En
esta obra, Joseph Neumann exalta el valor y labor en general de los miembros de
la compañía de Jesús y reprueba constantemente la codicia y cruel proceder de
los españoles con los tarahumaras. Aunque no deja fuera de su crítica a éstos,
ya que los describe como idolatras, falsos, violentos y polígamos, además de
ser incapaces de vivir solidariamente entre ellos mismos, es mucho más fuerte
la crítica en contra de los españoles a mi parecer. Les recrimina a veces sutil
y otras muy directamente que siendo los defensores de la religión cristiana,
los “caballeros redentores del idólatra”, carecieran de piedad respecto a los
indios y sucumbieran tan fácilmente a la codicia, lo cual anunciaba la posibilidad
del vil uso de la religión como un pretexto para obtener riquezas. Una fuente
de riqueza para España. La narración se vuelve muy épica cuando trata la muerte
de alguno de sus compañeros religiosos, mientras que cuando describe el
proceder militar, por lo general lo reprueban, a excepción del capitán y
gobernador Diego Fajardo por su acto vengativo en contra de los tarahumaras
tras la muerte de los sacerdotes Corneille Beudin y Giacomo Baile. Generalmente
los únicos acertados en su tarea son los sacerdotes, los verdaderos héroes. Así
que la misión en las tierras de la Nueva Vizcaya en América del norte era dura
y bastante deprimente; al parecer los “caballeros del cristianismo” no estaban
muy exentos de pecado que digamos.
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