Siempre es de gran interés analizar las
interferencias culturales de una nación o sociedad, la construcción de todo un
cuerpo simbólico en constante hibridación, en un perpetuo acto resignificativo
que producirá determinada tradición y ciertos hábitos de comportamiento,
perspectivas de vida y de funcionamiento social que se verán reflejados a
través de las artes. Pero más interesante aún es contemplar ese lado enigmático
donde se originan las diversas realidades de los hombres, ese lado misterioso
que moldea las cosas antes de ser concretizadas, la imaginación. Pupo plantea
en su texto titulado La vocación
literaria del pensamiento histórico de América las formas imaginarias que
han construido una determinada naturaleza del conocimiento histórico (15-22).
Contempla el discurso en sus múltiples refracciones y posibilidades semánticas
sin reducirlo al utilitarismo y nivel informativo que suponen una lectura
literal de la obra, y a la que por mucho tiempo el discurso histórico se ha
visto atado. Al apreciar esa gama de significados, a través de las
descripciones y literariedad de los textos en general, la apreciación de las
problemáticas sociales planteadas, del contexto de la obra y su cultura, será
más exacta, pues su resonancia resulta más potente y artificiosa en la mente
del receptor:
La fabulación no es simple placer
verbal o intención decorativa […], sino que opera como jerarquía ordenadora; lo
imaginado -por decirlo así- es entonces un instrumento que escinde y organiza
las variantes […]. (37)
En este sentido, la materia imaginativa
que podríamos calificar como “infralenguaje” también está presente en Maravilla americana de Miguel Cabrera y
de una manera muy particular. Este infralenguaje se deja escuchar a través de
las descripciones del texto, de un tono de voz “vocativo”, loable, y a través
de la focalización interna -como veremos explicitados más adelante en un
ejemplo-. La obra pretende consagrar el culto guadalupano en la cultura
justificándolo “científicamente”, en el sentido de que es sometida por Cabrera
y otros pintores ilustres a un riguroso examen de técnica, estilo, composición,
materiales, etc., que contribuyeron a la creación de la pintura sobre la tilma
de Juan Diego. El culto guadalupano es de gran importancia para fortificar la
fe e iniciar el imperio del cristianismo por un lado, y por otro, cumple una doble intención, ya
que con el cambio supuesto de un politeísmo a un monoteísmo sobreviene una
manera distinta de entender la realidad, no sólo la de su contexto histórico o
presente inmediato, sino también la nuestra.
Luis
Martín Almería, en su obra La imaginación
poética, plantea cinco tradiciones imaginarias que refrendan una manera de
ver el mundo y el tiempo (47-54). Con la obra Maravilla Americana, el autor sirve principalmente a la primera
etapa del mundo representado, a la tradición. Esta esfera imaginaria plantea
una mirada auroral, una mirada mística en el sentido de que se relaciona un
microcosmos con un macrocosmos, y principalmente una idea del tiempo como un
eterno retorno, un tiempo circular (60). En este sentido, el febril anhelo por
consagrar la fe, la necesidad de ritualizarla e insertarla en la historia, en
una línea cronológica obedece a la necesidad mayor de regresar a la intimidad y
a un estado puro de las cosas, a la idea original que hemos olvidado por el
mismo embiste de lo concreto, en éste caso, la prominente razón que da un lugar
en el mundo a todas las cosas, una proporción y carga significativa, pero que a
su vez, por el mismo hecho de ser nombradas y “colocadas” en el mundo, se va
deteriorando, desgastándose. Por ello es necesario volver al origen vital, para
recomenzar, y hacerlo no sin un objetivo o como preso de una monotonía, sino
volver para poder resignificar lo dicho, y es aquí cuando el discurso histórico
que teje la transición de la tradición se sirve del mito y rito, se sirve más
de la materia imaginaria que de la racional. En este sentido la consagración de
una verdad que pretende reforzar el dogma a través de una imagen, muestra la
necesidad humana de dar evidencia terrena a lo divino.
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