Sobre
el canto náhuatl
El canto náhuatl es una
de las manifestaciones poéticas más visuales, si hablamos de los antiguos
cantares indígenas. Es a diferencia del canto inca y maya, una poesía capaz de transmitir
el sentimiento de todo un pueblo mediante un recurso elemental que daba mérito
a la voz de cada habitante, vox populi, la
voz poética colectiva, que bien explica Raquel Chang Rodríguez, vista
especialmente en los cantos que vienen después de la conquista. Los poemas que reúnen Ángel María Garibay y
Miguel León-Portilla en La visión de los
vencidos, ejemplifican perfectamente el recurso de la voz. En la selección de
Chang Rodríguez se encuentra “Los últimos días del sitio de Tenochtitlan”, bajo el título “Después de la derrota”. El poema inicia con la pluralización, el
poeta habla de “nosotros” no de un yo, es en estos textos épicos en que más se
identifica el dolor de una comunidad entera.
Y todo esto pasó con nosotros.
Nosotros lo vimos,
nosotros lo admiramos.
Con esta lamentosa y triste
suerte
nos
vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos
rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y
plazas,
y en las paredes están salpicados
los sesos.
El canto
náhuatl, además de hablar por el pueblo, es visual, como he dicho anteriormente,
su riqueza se refleja en su amplio acervo metafórico y de detalles, tal es el
caso de Yo lo pregunto, que se
atribuye a Nezahualcóyotl, donde el poeta toca el tema de la vida del hombre en
la tierra y el tiempo que siempre avanza, utilizando la metáfora de la raíz: ¿Acaso de veras se vive con la raíz en la
tierra? Además, se pueden localizar los elementos estéticos del poema: las
plumas, las piedras, los metales preciosos que aparecen con generalidad en
muchos de los textos nahuas.
Yo, Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿Acaso de veras se vive con raíz
en la tierra?
No para siempre en la tierra:
sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
aunque sea de oro se rompe,
aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
sólo un poco aquí.
Una
característica que marca una gran diferencia a los poetas mayas e incas, es que
la voz azteca no toca los temas amorosos, esto convierte a los cantos en una
poesía más espiritual que sentimental, tema que se toca sólo al hablar de la
muerte y de la derrota, como bien se ubica en los cantos posteriores a la
conquista. Su acercamiento es a temas como la poesía, la personalidad, la
sabiduría y el sacrificio: Flor y canto, rostro y corazón, tinta negra y roja,
las gredas y las plumas. El canto náhuatl es un enaltecimiento del pueblo, de
sus dioses, del dolor y de la naturaleza.
Blancas flores son tus flores,
Es nuestra Madre, la del rostro con máscara.
¡Tu punto de partida es Tamoanchan!
La Diosa está sobre el redondo cacto:
Es nuestra Madre, Mariposa de Obsidiana.
"Después de la derrota" me parece un poema increíble. Recuerdo que cuando lo leí en mis años mozos hasta la piel se ponía chinita. Ya luego, con los meses y lecturas encima: Códice Chimalpahin, Chronica mexicayotl y Anales de Tlatelolco, me di cuenta que alguien, con medio siglo de ventaja, había leído las fuentes indígenas con la misma emoción y decidió componer su versión. Un poco tramposo a mi manera de ver las cosas. Por fortuna, los originales ya se desempolvaron y salieron de los archivos extranjeros para incorporarse a nuestros planes de estudio, tal y como fueron escritos a mediados del siglo XVI.
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