La cultura quechua se caracteriza –al igual que la maya y náhuatl– por la creación y transmisión de poesía mediante del canto, a partir de un haravicu o ≤≤inventor de poesía≥≥. El canto de los quechuas se divide en: wawari, que tiene características de diálogo, cuyas temáticas son las deidades o los rituales de trabajo; el aymoray, que es de tipo bucólico y se utilizaba en las festividades agrícolas; el huanka, que sirve para invocar a un dios; el haille, que hace referencia a un sentimiento colectivo de acontecimientos importantes, entre otros. El siguiente poema pertenece a éste último, pues a través del título se evoca la construcción de un suceso importante como es el surgimiento del mundo. Sin embargo, también cabría en el género de los huanka, pues se dedica un llamado al dios Hacedor.
Este canto posee ciertas características
o núcleos simbólicos a partir de los que se construye una isosemia, o
paralelismo de significado, con el “Padre nuestro”. Así, el
Oh Hacedor/ que estás desde los cimientos/ y principio del mundo/ hasta en los fines de él/ equivale al inicio de la oración
cristiana: Padre nuestro que estás en el
cielo… las cuales, semánticamente se refieren a la presencia de un dios dueño
del Todo, a través de la adjetivación del poder y santificación del ser
omnipotente.[1] Respecto a los siguientes versos, el /danos perpetua vida…/ es análogo al danos hoy nuestro pan de cada día; mientras que, /guárdalos y vivan sanos y salvos,/sin
peligro y en paz, equivalen al líbranos
de todo mal; al igual que los posteriores versos:/…para siempre tennos de tu mano. De esta manera se puede apreciar
la similitud entre ambas oraciones casi en su totalidad.
Es
por este tipo de coincidencias temáticas y/o semánticas que la imposición de la
nueva religión cristiana en el momento de la conquista fue mucho más fácil para
los españoles al utilizar la relación y asimilación de conceptos, nombres y
significados.[2]
Principio del mundo
Oh Hacedor
que estás desde los cimientos
y principio del mundo
hasta en los fines de él
poderoso, rico, misericordioso,
que diste ser y valor a los hombres,
y con decir sea éste hombre,
y ésta sea mujer,
hiciste, formaste y pintaste
a los hombres y a las mujeres;
a todos estos que hiciste y diste ser,
guárdalos y vivan sanos y salvos,
sin peligro y en paz.
¿A dónde estás?
Por ventura en lo alto del cielo, o abajo,
o en las nubes y nublados o en los
[abismos?
Óyeme
y respóndeme y concédeme lo
[que
te pido,
danos
perpetua vida,
para
siempre tennos en tu mano,
y esta ofrende recíbela
a doquiera que estuvieres,
¡oh Hacedor!
También podríamos pensar que quizá no estamos frente a dos poemas; sino que es uno mismo, y el que está en quechua es una traducción libre de la invocación católica. Los paralelismos semánticos, por tanto, serían un requisito substancial como en toda traducción. Lo interesante sería, entonces, la pérdida que sufre el original y la novedad que incorpora la lengua indígena. ¿Qué tipos de referentes son aludidos? ¿Estarían en contradicción con los cristianos? ¿Podrían ser recitados afuera del recinto sin el mayor problema?
ResponderEliminarLa primera vez que leí el poema, al establecer dicha relación con la oración cristiana, también pensé que seguramente de ahí se basaron para crear el "Padre nuestro". Me parece que los cambios que sufre del original al cristiano es por un motivo de practicidad. Sin embargo, los significados siguen ahí, condensados. Hacen referencia a un dios único, creador del mundo (el Hacedor-Dios padre) y la invocación de éste; la división del cosmos o el mundo entre cielo y tierra; el deseo de protección por parte de dicho Padre o Hacedor y la asimilación del microcosmos con el macrocosmos a través de los ruegos y ofrendas.
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