Hechura
histórica de Cristóbal Colón y Fray Bartolomé de las Casas.
De
acuerdo a lo relatado en el diario y la carta IV de Colón a los reyes, este descubrió
la isla Fernandina y de San Salvador. Describe a los hombres siempre desnudos,
con cabellos largos y gruesos, en general, de bellos rostros y poseedores de un
espíritu solidario; circunstancias, que de acuerdo a su juicio, posibilitarían
su evangelización y la obtención de riquezas. En las palabras de Colón se haya
siempre presente un tono sorpresivo ante lo visto que aumenta en la medida en
que su deseo de gloria, de reconocimiento y de fortuna crece. Sus descripciones
tienen un timbre realista empleado principalmente para persuadir a la corona de
conquistar esas tierras y así fomentar el anhelo de evangelizar y obtener
riquezas.
Cabe resaltar, como bien lo menciona Nicolau en la
introducción, que Cristóbal Colón, aun siendo ajeno al oficio literario supo
captar de excelente manera el valor poético de la genésica experiencia que lo
rodeaba; gracias a esto, su descubrimiento de América se proyectó a la
posteridad como un “locus amoenus”. Así, la imagen primera de América al
servicio de la crítica e imaginario colectivo, la nueva plataforma de estudio,
ése mundo desconocido, tenía ya un eco poético y no histórico; resonaba
emotivamente más que con un carácter de verdad; lo cual le valió la
desacreditación de su texto en diversos sentidos. Esa resonancia emotiva
erigiría una perspectiva de la mexicanidad en la intelectualidad española,
forjaría un concepto de identidad mexicana que contrastaría poco después con el
de los mismos nativos, estableciéndose así, toda una dialéctica del qué
significa ser “indiano” partiendo del principio: “¿soy lo que dicta mi
individualidad o lo que el colectivo percibe de ella?”. En realidad los
diversos cronistas no sólo pintaban la belleza y excelsitud de ese nuevo mundo
sino que descubrían al tiempo, numerosas maneras de construir la historia y sus
diversas tonalidades, a modos de armas para conjurar ordenes sociales. Por otro
lado, Fray Bartolomé de las Casas en su Apologética
historia de las indias, a diferencia del caso de Colón, consagra la
“veracidad” como elemento esencial en la revisión del transcurso de los hechos
humanos, lo consagra como el alma de la Historia. Sus descripciones son muy
detalladas; muestra los vocablos indígenas; cómo se escriben correctamente y a
lo que se refieren exactamente. Por ejemplo, cuando relata en las prácticas
comunes la manera de hacer el pan “Cazabi”; en esta parte describe todo el rito
de su preparación, desde que se recolectan las rices hasta su cocción. Otro
rasgo importante en la narración de Bartolomé es la denuncia del maltrato de
los indígenas por parte de los españoles: “después pasaron désta isla española
a alguna gente, mayormente después que los españoles comenzaron a fatigar y a
oprimir los vecinos naturales désta” (70). El detallismo que imprime a dichos
aspectos de la vida cotidiana como de la religión y organización social que
sustentaba una óptima convivencia, van desfalcando poco a poco la inspiración
en las narraciones como elemento sustancial y va adhiriéndose al concepto de
Historia como parte fundamental de ella., logrando así que las palabras
adquieran un valor por su resonancia de “veracidad”.
Excelente entrada Raúl. La cuestión que planteas sobre el ser "indiano" y su conceptualización puede ser extendida por lo menos 3 siglos después de la llegada del Almirante. Esta pareja de explorador y evangelizador son el punto de toque durante los múltiples encuentros con los "otros".
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