A
lo largo de la obra, además del ambiente bíblico, se presentan ciertos rasgos
que dibujan la importancia de la presencia femenina en distintos ámbitos. El
principal catalizador es el personaje femenino, la presencia de la mujer tanto
en la organización social, política y amorosa es vital en el desarrollo de los
eventos. A través de ello se encausan los temas principales. Por un lado, es
claro el acercamiento afectivo del narrador respecto a Jael, la heroína de la
historia, y con ello, hacia el matriarcado ahí propuesto, ya que es la única
que logra manejar diversas virtudes que al parecer la presencia de lo masculino
no refleja, o por lo menos no con el mismo espíritu que Jael, ni siquiera el
rey Jabín, puesto que se comporta como un cobarde ante la amenaza de derrota
frente a los cananeos. La mujer es dueña de la inteligencia, belleza y lealtad,
virtudes que parecen alimentar el objetivo político a través del brazo de la
cultura, de la “propaganda” de la monogamia por ejemplo para seguir manteniendo
ese control y orden sobre las razas, actitud que hace muy notoria la conjunción
iglesia y gobierno. Por otro lado, Jael es una heroína en la medida en que
permite expresar el lado vil de los más altos poderes, desde el rey, príncipes,
militares, hasta los más bajos en la escala social como son Vigote y Dina,
verdaderos autores del embuste amoroso. Con ello, me parece que Juan de
Espinosa aporta no solamente con sus ejemplos a fortalecer la moralidad, sino
también, con una crítica a su gobierno.
Política y religión son sin duda los ejes en torno a los que gira la obra. Y quizá añadiendo el ya clásico del honor que le viene muy bien a la comedia. lo de la crítica social en manos del autor, es un tema más espinoso, ya que de entrada no es fácil evidenciarlo, aunque sí suponerlo. Y es que el público criollo y mestizo se podía identificar fácilmente con la heroína de armas tomar.
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