Amar a su propia muerte es una obra en la que se narra la historia del sometimiento y opresión del pueblo israelita,a las ordenes del rey Jabín. Barac, general de mayor edad y conocimiento por su experiencia, es guiado por la profetisa Débora a enfrentar al ejército de Sísara y vencerlos. Jael observa ese sometimiento de su pueblo y decide junto a Barac vencer el reinado de Jabín. Haciendo una comparación, el personaje de Jael se parece al de Esther. Es una mujer hermosa, con esplendor, brillante como el sol y gentil. Mujer valiente que al ver la opresión de su pueblo, toma la decisión de defenderlo. Jael permite que se vaya dando un mal entendido con relación al papel que se le hace llegar y un retrato a manos del rey Jabín, situación que desencadena los celos de su esposo. Esa situación tuvo un objetivo que era el llegar a matar a Sísara y vencer al rey. Se realizan las batallas en el monte de Tabor y se le presenta la oportunidad de matarlo, saliendo triunfante ante su pueblo. Por lo que se refiere a Esther, fue una mujer bella, educada y con gran inteligencia, sabe darse cuenta del peligro en el que se iba a encontrar su pueblo al momento en que su esposo, el rey, se fuera a la guerra. Ella no podía soportar tanta infamia. Por tal motivo en la reunión previa a designar el suplente del reino, se atreve abrir las puertas del recinto para entrar y pedirle al rey, reivindique la decisión de saber elegir a la persona justa que tomará ese cargo en su ausencia. Esther fue atrevida y audaz cualidades negadas para esos tiempos a las mujeres.Las dos mujeres fueron valientes y supieron tomar la decisión aunque fuera violenta que favoreció a todo un pueblo y sus habitantes, dándoles el triunfo y la victoria.
Aún así yo me quedo con Jael... y es que se deja increpar y jamás se sale de su papel. El pobre de su marido no se entera nunca de lo que pasa en escena o tras bambalinas. Jael incluso parece tener noción de su papel reificador de su pueblo y de su función como personaje en la Comedia de El Lunarejo. Al sacar la espada todos los personajes varoniles dudan. A ella, con estaca y martillo, no le tiemblan las manos.
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