La frase que forma parte del título de esta entrada está tomada del cuento "Verónica" de Rubén Darío. Este relato forma parte de los cuentos fantásticos del siglo XIX hispanoamericanos. La principal característica que comparten los cuentos en la lectura de esta unidad es la presencia explícita de hechos sobrenaturales. Es decir, si en las leyendas anteriormente leídas, el argumento se basaba en los malos entendidos, las tradiciones prehispánicas y las supersticiones de la religión, en estos cuentos fantásticos se pasa al manejo explícito de la magia y los milagros.

Se nota pues la relajación de las normas en cuanto a qué se puede contar y qué no en aquella época. Incluso en los cuentos no necesariamente se termina con el castigo del hereje o del involucrado con el diablo, tal es el caso de la mulata. Los relatos abren también la ventana a la ciencia ficción, como en el caso de Darío, que al involucrar el hambre de saber y las nuevas tecnologías tienen un sabor a adelanto y vanguardia.
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