miércoles, 26 de noviembre de 2014

La vida del indio en Perú durante la postcolonización


El relato que expone Amadeo Frezier en su obra Relación del viaje por el mar del sur, describe la vida en la bahía de Concepción en Chile. Este marinero tenía una idea apática hacia los indios; para él, no merecían tantas consideraciones, mucho menos encomiarlos después de las rebeliones que hicieron. Los nativos lograron tomar de nuevo el control del lugar; reconocían al Rey español pero no le daban tributo alguno, sino que conservaban sus señoríos a cambio de mantener el orden y evitar otra rebelión. Pacto con el que Frezier estaba en desacuerdo. En su relato también estudia la estrategia militar en la bahía, revisa sus fortalezas y debilidades.
Un tipo de “vida” para Frezier era ser esclavo. En la época de la conquista los indios pasaron de ser libres a pertenecerle a algún español que residiera en la tierra conquistada. Los primeros españoles en establecerse en Perú adquirieron un convenio con el Rey de España; el cual consistía en que debían mantener a los indios como esclavos toda su vida, y después pasarían a sus hijos o a sus mujeres en caso de que no tuvieran hijos. Pero algunos españoles sentían que el trato dado a los indios era inhumano y por ello hicieron saber a la corte española sobre lo que pasaba, misma que tomó cartas en el asunto.
            El Emperador envió, en 1542, a Blas Núñez de Vela en calidad de virrey, con la orden de ir a devolver la libertad a los indios. Tarea que no fue fácil, porque la mayoría de las ganancias se daba a través de la mano de obra de los esclavos; de esa forma los españoles no dejarían ir fácilmente la vida que mantenían hasta ese momento; por lo que no aceptaron ni al nuevo virrey ni al nuevo decreto y se dio una guerra civil. Ante tales sucesos, el Rey optó por tomar los indios de los españoles que morían y en ellos aplicar el nuevo decreto.
            Los nativos que pertenecían al grupo de reducción o al de los caciques no estaban obligados a otorgarle tributos al Rey. En cambio los indios que pertenecían a los yanaconas debían aportar el valor de 10 pesos anuales en plata o especie. Dinero o sirvientes que eran destinados a las familias españolas en recompensa por sus buenas acciones.
Los sirvientes podían recuperar su libertad si pagaban diez escudos a su amo. Podrían ser libres antes de los 16 y después de los 50 años. Los indios libres podían comerciar esclavos con los españoles; algunos vendían a sus hijos a cambio de dinero, vino, armas, etc. Debido al decreto que había impuesto el Rey, los hijos de los encomendados podían no elegir servir. Un mestizo podía usar camisa sólo si su padre lo reconocía.

Frezier también describe las costumbres, los oficios, los gustos, la gastronomía y la forma de ser de los indios. La vida del indígena no cambió mucho desde la conquista hasta este punto, el virreinato en el siglo XVIII. Aunque los indios supieron adaptarse a las costumbres españolas, a las importaciones de flora y fauna, a la religión, incluso al lenguaje, no pudieron someterse del todo; su pensamiento no fue conquistado, al contrario, con el paso de los años fue cultivándose un recelo hacia el pasado.

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