domingo, 23 de noviembre de 2014

El ser mexicano según Alexander Von Humboldt 

Actualmente son muy conocidos los trabajos ensayísticos de autores renombrados, como Octavio Paz y Samuel Ramos, sobre la esencia del mexicano. Este ser posee rasgos determinantes ente los que se encuentra su agresividad, timidez y exceso (sobretodo si nos referimos a la fiesta y al alcohol). Sin embargo, aproximadamente un siglo antes de que estos autores explicaran por qué la sociedad de México se comporta de determinada manera, un viajero alemán detuvo su mirada en las sociedades americanas. Su nombre fue Alexander Von Humboldt, aventurero y humanista de corazón, quien postuló ideas similares a las que se verían mucho después en los libros Psicoanálisis del mexicano y El laberinto de la soledad
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       Von Humboldt llegó a la Nueva España en 1803 y, después de haber viajado por Sudamérica entre los imponentes caminos incas, quedó maravillado por el espectáculo que consideraba era el Valle de México, lugar de cielo claro y calles limpias. En su afán turístico, enumeró los lugares dignos de ser visitados por el viajero que se dispusiera admirar la Ciudad de México, entre los que destaca la catedral, los conventos, la Universidad y la Academia de Bellas Artes. El explorador alemán estaba muy consciente de la historia de estos lugares, y en sus textos plasmó la de Cortés cuando sitió a los aztecas, ayudado por los tlaxcaltecas. 
        Su estancia le permitió conocer de cerca a aquellas figuras tan relegadas en la cultura y vida pública mexicana (aun hasta nuestros días): los indígenas. Von Humboldt se refiere al indio mexicano como un ser grave, melancólico y silencioso en tanto el alcohol no lo saque de sí; lo considera un ser que puede pasar del reposo a la violencia desenfrenada, tal como describiría décadas después Samuel Ramos al peladito en Psicoanálisis del mexicano, y Octavio Paz al pachuco en El laberinto de la soledad. Ambos autores mexicanos parecen darle la razón a Von Humboldt con estos libros, a su vez que éste confirma la idea de los orígenes de la psicología del mexicano.
       En sus andanzas por la Nueva España y después de analizar en persona a los habitantes de esta región, considera que los niños indígenas son más inteligentes a los 4 o 5 años que muchos españoles a esa misma edad (Tal vez un rasgo heredado que se transformó en el "ingenio" del mexicano). En cuanto a las costumbres cristianas, notó que el indígena se adaptó bastante bien a los ritos y creencias desde que Cortés aprovechó el mito de Quetzalcóatl para someterlos. Pero esta supuesta devoción era sólo una manera de divertirse con el teatro y los fuegos artificiales, algo parecido a la celebración del 12 de diciembre a la Virgen de Guadalupe, que menciona Carlos Monsiváis en uno de sus ensayos; dicha celebración es transmitida en televisión, adornada con la parafernalia del mundo de la farándula, que bien puede encantar al espectador sin fe como lo hacía el teatro evangelizador para los indios.
       El mexicano es un ser melancólico, tanto en sus cantos como en sus fiestas, liberado sólo a través de la carnavalización extrema, aspecto también señalado por Octavio Paz cuando menciona que nuestras fiestas son rupturas violentas del orden establecido. Para el ganador del Premio Nobel hay algo que nos impide ser y nos enfrenta a nosostros mismo, por ello recurrimos a la fiesta. 
       Sin duda, Alexander Von Humboldt se adelantó a las ideas de los grandes pensadores de nuestra nación al analizar desde una perspectiva alejada y neutra al individuo mexicano. La actualidad de su texto se mantiene tan viva como la de nuestros grandes pensadores del siglo XX.


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