Sin duda
alguna, la obra Comentarios reales,
del Inca Garcilaso de la Vega es un intento por explicar y contar la verdadera
vida de los incas antes de la llegada de los españoles. Como él mismo menciona en
el proemio, su intención es aclarar las descripciones que los exploradores
peninsulares escribieron en sus registros y crónicas, pues la mayoría de estos
escritos eran confusos para los mismos indios, incluido Garcilaso de la Vega.[1]
Su primera
aclaración, motivo de este artículo, es la división entre los pueblos
anteriores a los incas y los incas, tomando como punto de partida su religión.
Los incas eran un pueblo que practicaba un aparente monoteísmo cuyo dios era el
Sol, sin embargo, aunque tenían a la Luna como su esposa y al rayo como su
sirviente, el culto era para el Sol. Así mismo, también tenían por deidad a Pachacámac, a quien no habían visto
y por eso no le adoraban más que internamente. Carecía de templos o de
rituales.
Por otro lado, los pueblos mencionados como “antes de los incas” tenían una religión politeísta, divinizando a cuanto veían en el mundo y les causaba sorpresa o admiración. Al igual que ocurría con el pueblo maya, estos indios adoraban a una infinidad de animales por sus características tan sobresalientes como la fiereza de los leones, osos o tigres, dejándose comer por estos en caso de encontrarles; o por la belleza o monstruosidad de las lechuzas y las serpientes respectivamente. Y más que animales, tenían por dioses a las diversas fuerzas de la naturaleza, como la tierra o el mar, así como todo aquello que les significara un provecho o beneficio.
Por otro lado, los pueblos mencionados como “antes de los incas” tenían una religión politeísta, divinizando a cuanto veían en el mundo y les causaba sorpresa o admiración. Al igual que ocurría con el pueblo maya, estos indios adoraban a una infinidad de animales por sus características tan sobresalientes como la fiereza de los leones, osos o tigres, dejándose comer por estos en caso de encontrarles; o por la belleza o monstruosidad de las lechuzas y las serpientes respectivamente. Y más que animales, tenían por dioses a las diversas fuerzas de la naturaleza, como la tierra o el mar, así como todo aquello que les significara un provecho o beneficio.
Esta
distinción hecha por Garcilaso de la Vega es muy importante, pues demuestra que
la religión inca no era como le describían los españoles, sino que ellos
hicieron una fusión de las religiones anteriores o de los pueblos ajenos al
Imperio Inca.
Otra confusión
aclarada en la misma obra se refiere al mal entendimiento que los
conquistadores tuvieron de la palabra huaca,
pues para los nativos tenia diferente sentido y no solo para señalar a una
deidad, pero los oídos españoles no lograron entender esta distinción y
creyeron que todo lo designado por la palabra huaca se refería a algo divino.
En conclusión,
la obra del Inca Garcilaso de la Vega debe ser tomada en cuenta al estudiar
sobre el tema de idolatría inca, pues no solo describe los mitos y rituales que
se tenían, sino que también corrige los errores presentes en los escritos
españoles que se dieron en los primeros años de la conquista del Perú.
Más que "la verdadera vida de los incas", es una visión idealizada de la civilización inca. La división en edades tiene la función de acercar a los que convivieron con los españoles a una "idolatría" más cercana al catolicismo, casi casi monoteísta. Lo malo de este intento es que hace de la religión dominante, la imperial, la única válida, dejando al margen cultos locales y, normalmente alejados de las grandes urbes.
ResponderEliminarUn pequeño malentendido para mi; pero ya me quedó claro esto al consultar a Brading. Aunque si aclara las diferencias del "huaca" también se ve forzado a adaptar los cultos incas con el catolicismo.
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