Ya habiendo sido mucho tiempo desde la última vez que leí poesía de estilo pastoril, leer Martín Fierro me regresó a la época en la que estudiaba esta poesía en semestres anteriores, y asimismo recientemente me remitió a El cuervo de Edgar Allan Poe cuando lo mencionábamos en la clase de Análisis del Texto Narrativo (y que, de hecho, fue publicado unas cuantas décadas antes que Martín Fierro). Yo encuentro este poema narrativo de Martín Fierro como una de las mejores poesías narradas de los tiempos recientes, no sólo porque nos remite a un género que hoy en día ya no es muy utilizado, sino porque eleva a estatus de héroe mitológico al gaucho argentino por la manera en la que usa la lírica para retratar su vida en el campo.
Yo encuentro el éxito de esta poesía en el modo en que el autor quiso transmitir esta historia a los marginados, a los que no podían comprarse obras más caras en formato impreso, por medio de los folletines económicos. No muchos en aquel siglo XIX buscaron llegar así a las masas campesinas, y con una historia bien estructurada y bien planeada. Y asimismo llevó este sentimiento de lo lírico a un lugar no muy esperado, que es en la vida diaria de un gaucho que busca sobrevivir en Las Pampas. Logró llevar sublimidad a un lugar humilde y campesino, probablemente por la corriente del realismo (donde figuraron novelas como Madame Bovary, en la que también se retrataban los hechos más mundanos de la vida provinciana francesa), y así logrando retratar a la perfección la vida gauchesca.
Hoy en día ya no son tan comunes estas poesías narrativizadas en el mercado literario. Sin embargo, me parece importante que se les preste más atención, pues es un género que puede abarcar todo si hecho con cuidado. Y yo creo que Martín Fierro es uno de sus mayores logros.
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