lunes, 2 de septiembre de 2013

Los caníbales

Si algo me llama la atención de "Las avanzadas del Nuevo Mundo" es el encuentro de los exploradores con pueblos caníbales. En actualidad, las ideas del canibalismo son asociadas a escenas gore proporcionadas por Hollywood o a asesinos seriales. En las crónicas de los exploradores, el lector se puede topar con la exuberancia americana y las tradiciones de sus pueblos así como el agrado y conformismo de los europeos. La mayoría de las crónicas leídas concuerdan en señalar la amabilidad de las comunidades visitadas incluso si se topaban con "atrocidades" como el canibalismo.

La primera aparición en la lectura del canibalismo ocurre en la crónica de Américo Vespucio que menciona que en Trinidad se encontraron con caníbales pero que estos no se comían entre ellos, sino que se comían a sus enemigos respetando ciertos parámetros. Esto deja ver el carácter ritual del acto. Es increíble, entonces, que a pesar de conocer estos hechos y del horror que debió experimentar al encontrar restos humanos a medio comer, Vespucio resaltó la amabilidad y buena disposición del pueblo. 

El carácter ritual y tradicional del canibalismo se confirma en Primer viaje alrededor del mundo de Antonio Pigafetta. Según este autor, la tradición de un pueblo caníbal surgió de la "ley del Talión". A una anciana le mataron a su único hijo y cuando apresaron al culpable, se le abalanzó furiosa y le mordió la espalda. Al poco tiempo el prisionero huyó y relató lo sucedido a los suyos dando a entender que se lo querían comer. Este pueblo decidió devorar a un rival, y a su vez los rivales hicieron los mismo y así sucesivamente hasta que se volvió costumbre muy arraigada. Además este explorador declara que, según le contaron, no se comen la carne cruda, sino que tienen el tacto de ahumarla y prepararla e incluso reservar algunos trozos.

Es curioso que tales tradiciones sean narradas con esa calma aparente y hasta con cierto tono de aceptación, como si el explorador estuviera consciente de que los indígenas no lo hacían por malicia, sino que sólo era un tradición y que como las de otras culturas merecían respeto. Aunque la verdadera razón para semejante tolerancia, como se puede deducir, fue el interés económico.

1 comentario:

  1. ¿A qué se debería esa actitud de los exploradores italianos que te llamó la atención? ¿Familiaridad o invención ante la escena? Quizá para estos marinos, acostumbrados a largas jornadas oceánicas y en riego constantes de naufragios, degustar al caído sea de lo más normal y salvador.

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